Maletín de Herramientas para el terapeuta: El aburrimiento.
«Contra el aburrimiento luchan en vano incluso los dioses.»
Friedrich Nietzsche
Cuando comencé a dar sesiones de psicoterapia eché de menos que alguien me regalara un maletín con las herramientas básicas para mi profesión, como el maletín de un médico o las herramientas de un carpintero. ¿Cómo se inicia a un psicoterapeuta? ¿Qué se le entrega para su desempeño? ¿Unas orejas y unos clínex?
Así que voy a seguir ese pequeño anhelo para confeccionar un maletín que me hubiera gustado recibir al comenzar en mi profesión. Darme aquello que hubiera necesitado, que diríamos en terapia.
¿Y cuáles son las herramientas de un Terapeuta Gestalt? Pueden ser muchas: las técnicas aprendidas como la silla vacía, la escucha, la observación. Pero las básicas, las que pulimos y sacamos brillo durante toda la formación, son las sensaciones y la conciencia en el aquí y ahora. “¿Qué sientes?” “¿Cómo lo sientes?” “¿Dónde lo sientes?” “¿Cómo es en el cuerpo lo que estás sintiendo?” “¿Qué te está pasando?” Todas esas preguntas que nos han repetido una y otra vez, y con las que hemos hecho chistes con los compañeros, tienen como objetivo que la escucha de uno mismo y de sus sensaciones crezca y se amplíe, que tomemos conciencia. Nuestras sensaciones, todo lo que sientas en el cuerpo, son las herramientas más valiosas en esta profesión.
La Terapia Gestalt se basa en lo que ocurre en el aquí y ahora de la sesión con la otra persona, el paciente, y en lo que ocurre en la relación de esa persona con el terapeuta. Esta relación se puede dar porque el terapeuta mantiene su atención y su escucha en la sesión y en sí mismo. Así pues, nuestra herramienta principal es el awareness, que no consiste en estar con la mente en blanco, sino de ser consciente de lo que nos pasa, de lo que percibimos con nuestros sentidos y lo que sentimos en el cuerpo. Escucharte, escuchar al otro, darte cuenta de si es tuyo o pertenece a lo que está sucediendo, forma parte de la práctica terapéutica. Todo lo que sentimos tiene que ver con lo que me está pasando internamente y en relación con el entorno.
Hoy quiero hablar de una de esas sensaciones en concreto: el aburrimiento.
Estás en medio de tu sesión y empiezas a sentir ganas de bostezar, tu mente salta del aquí y ahora a otra cosa, te esfuerzas por escuchar pero se te va la atención a cualquier otro lugar. ¡Te estás aburriendo! Es un hecho, es un fenómeno que está ocurriendo en ese momento. Da igual si tu paciente te está relatando una discusión traumática con su pareja, o llorando, o hablando de sus problemas con su jefe. Tú te aburres, es un hecho.
Una vez que localizas esa sensación, pregúntate si es solamente tu aburrimiento. Hay días que los terapeutas estamos cansados, o tenemos algún asunto en nuestras vidas que nos cuesta desconectar y no nos deja conectarnos con las sesiones. ¿Es tu caso? ¿Es una sesión después de comer y estás bajo de energía? ¿O tu atención está en tus propios asuntos y lo que ocurre en la sesión no capta tus sentidos? ¿Es tu aburrimiento un juicio a tu paciente? ¡Cuestiónate! No siempre tus sensaciones tienen que ver con el paciente y sería deseable que tu confrontación con tu aburrimiento no provenga de tu necesidad de que tu paciente te entretenga.
Ya te has cuestionado, incluso puede que te decidas a sostener el aburrimiento una o dos sesiones para ponerle conciencia y darte cuenta si es tuyo o tiene que ver con lo que ocurre en la sesión. Decides que tiene que ver con lo que ocurre en la sesión. ¿Y ahora qué haces? Decírselo, por supuesto: “Yo me aburro cuando hablas de esto….”, “Yo me aburro cuando usas ese tono”, “… ¿Tú cómo estás? ¿Cómo te sientes tú ahora?”.
¿Por qué es una confrontación? Muchos pacientes se sienten en la obligación de resultar interesantes todo el tiempo o por lo menos serlo para su terapeuta. Se sentirán juzgados por tu aburrimiento, no lo escucharan como una sensación, sino como un juicio: “Soy aburrido”. Entonces será una gran oportunidad para hablar de que tú no necesitas que te entretengan, o que cuando lo hace así, desde luego, no lo consigue. Podréis seguir hablando de qué es lo que espera que suceda en la sesión y cuál es su fantasía sobre ti, sobre lo que espera hacerte sentir, etc.
También puede que se defienda porque le duele. ¡Genial! Una oportunidad más para explorar qué está esperando de ti con lo que te cuenta, con su actitud. Si le pasa con más gente, si se siente una persona aburrida, si se aburre también de sí mismo. En cualquier caso es una gran ocasión para hablar de cómo vincula con los demás, del aburrimiento en su vida, de vuestro vínculo y de cómo estáis trabajando juntos en el proceso terapéutico.
¿Y si tu aburrimiento es un juicio? Hay emociones o procesos que a los terapeutas nos aburren, a cada uno los suyos. La tristeza, los procesos de duelo, los temas de pareja que nunca van ni hacia delante, ni hacia atrás, los asuntos laborales que no tienen solución excepto el riesgo de no estar en ese trabajo, etc.
Cualquier emoción puede resultarte aburrida si es una emoción que sueles evitar en tu vida, incluso la alegría, por más que hoy en día la tengamos en un altar. ¡Cuestionémonos! ¡Siempre! Sé tonto, muy tonto, no sepas nada, hasta que algo vibre en ti. Aprende a leer tus sensaciones, a escucharte con oído y cuerpo finos. No vale al segundo día que escuchas un discurso que te cuesta sostener, soltar: “¡Me aburro!”. Tal vez tengas que tener una conversación con tu niño interno y lo que quiere o necesita de esta profesión. O darte el permiso de elegir a los pacientes que realmente te interesan. La honestidad es otra herramienta fundamental para ser terapeuta y es un músculo que hay que entrenar.
Pedro de Casso en las sesiones de supervisión que hacíamos en grupo decía: “Ya te paga. Tu paciente viene todas las semanas a verte y te paga. ¿Qué más quieres?”.
El trabajo del terapeuta, desde mi experiencia, es un lugar sutil, lejos de sus necesidades egóicas (que las cosas salgan bien, que MI paciente mejore, divertirme trabajando, ser un buen terapeuta, etc., etc.) y cerca de sus sensaciones sin que éstas sean un juicio para el paciente.
Lo que te pasa es un espejo para el paciente en el que él se mira. Tu aburrimiento es una ocasión para verse más, acompañado y sin juicio.
Artículo publicado en Eleven Magazine en Diciembre 2017, una iniciativa de Irene Poza.
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